Ingeniero en San Francisco

La valentía de Carlos como motor para el desarrollo profesional

Carlos es Ingeniero Técnico Industrial especializado en Electrónica, y comenzó su carrera profesional trabajando desde Valencia, España, para una importante empresa multinacional dedicada a la fabricación de equipos de transporte.

Durante unos años, su trayectoria profesional fue evolucionando, continúo formándose y, además de diversos cursos especializados, realizó un M.B.A. También trabajó para otras dos compañías, como Ingeniero de Diseño y Desarrollo y como Gerente de Clientes en el Departamento de Operaciones.

Pero Carlos no se sentía cómodo con el ambiente laboral que vivía cada día. Una cultura exigente y controladora por parte de los mandos intermedios, que después no se veía recompensada: gratificaciones y promociones se asignaban más por amistad que en base al trabajo bien hecho.

Con estas circunstancias, Carlos tomó una decisión valiente, presentó su baja voluntaria. Sin derecho a indemnización ni a cobrar prestación por desempleo. Confiando básicamente en sí mismo y en sus propias capacidades. Ignorando las voces de quienes le preguntaban cómo se había ido renunciando a unos derechos que Carlos no quería recibir, porque no los consideraba propios ni necesarios.

Prefirió apostar por dedicar todos sus recursos a buscar otras opciones profesionales más satisfactorias y, unos meses después, encontró lo que esperaba en Irlanda, a donde no dudó en trasladarse para trabajar como Gerente Técnico de Productos de Investigación y Desarrollo para una empresa dedicada a la fabricación de componentes, piezas y accesorios para vehículos de motor.

Carlos era consciente de que aceptar este trabajo suponía ciertos riesgos, pero ahora sabe que fue una buena decisión. El clima laboral de su nueva empresa no le ha decepcionado en absoluto, una cultura abierta en la que se fomenta el desarrollo de los profesionales se confía en su capacidad de autonomía para conseguir los objetivos establecidos, y se valora tanto la dedicación como las competencias que aporta cada miembro al equipo.

Hace ya 5 años que esta compañía trasladó a Carlos a su sede de San Francisco, Estados Unidos, y tampoco allí ha tenido ninguna dificultad para adaptarse. Es normal que a menudo eche de menos a su familia y amigos de España, pero está convencido de que tomó el camino correcto al aceptar el reto de migrar, porque en otros países ha encontrado la satisfacción profesional que en su país de origen se le escapaba constantemente.

 

Carlos con su ejemplo nos muestra que acomodarse en la zona de confort puede impedirnos identificar otras opciones en las que podríamos estar más satisfechos. En su caso ha sido un cambio internacional, pero para otros profesionales la clave podría estar en descubrir otros sectores de actividad o empezar a realizar nuevas funciones.


Ingeniero fotovoltaico

De Manchester a Valencia: el viaje profesional de Lorenzo hacia la energía fotovoltaica

Lorenzo es Ingeniero Eléctrico. Elegir carrera universitaria fue un desafío para él, pues le gustaban demasiadas cosas. Desde el campo y la agricultura hasta las ciencias sociales, cada día parecía tener una idea distinta. Finalmente, optó por seguir los pasos de su padre.

Reconoce que la carrera se le hizo pesada, quizá porque le faltaba motivación o tal vez porque le costó 8 años conseguir el título. El mejor de todos esos años, el séptimo, que pasó en Manchester. Allí conoció a la que fue su novia, y actualmente es su compañera de vida.

Fue duró volver a España cuando terminó aquel curso, pero encontró al fin el aliciente para terminar la carrera, y así poder regresar a Manchester para estar con ella. Allí dio también sus primeros pasos serios en el mundo laboral. En España, se había limitado a echar una mano durante algunos ratos, como camarero en el restaurante de su tío.

Inicialmente, con un nivel de inglés aún bastante mejorable, aceptó un trabajo de peón en una fábrica del sector textil. Trabajo físicamente extenuante, que le enseñó a valorar por primera vez la suerte de haber podido estudiar. Hasta entonces lo había llegado a considerar como “un capricho de sus padres”.

Por suerte, unos meses después, unos amigos le hablaron de una oportunidad en una conocida empresa de alimentación, y consiguió trabajo como técnico de mantenimiento. Allí pasó los 5 años siguientes. No estaba mal pagado y el trabajo era cómodo, pero Lorenzo se aburría. Cada vez le resultaba más insoportable la monotonía de hacer cada día prácticamente lo mismo, y tampoco veía muchas opciones de progresar en aquella empresa.

Fue entonces cuando, nuevamente inspirado por su círculo de amistades, descubrió que podía retomar sus estudios de forma telemática. Miró diferentes opciones, y se decidió por un “Programa Avanzado en Diseño y Gestión de Plantas Solares Fotovoltaicas”. Aún se pregunta si fue por la madurez que ya empezaba a tener o por la ilusión de volver a usar su idioma materno, pero esta vez Lorenzo sí disfrutó mucho con su formación. Cada asignatura, cada libro, cada lección, le parecieron interesantes.

Y en cuanto terminó el programa se volcó en encontrar un trabajo relacionado con la Energía Fotovoltaica. Con su nivel de inglés y una formación que entonces era todavía novedosa para un sector en auge, no le resultó difícil encontrar trabajo en Valencia.

Durante meses, vivió un ir y venir constante entre España y Manchester, pero logró convencer a su familia de mudarse con él y, afortunadamente, su mujer y sus hijos se han integrado estupendamente en la cultura valenciana.

Además, recientemente Lorenzo ha sido promocionado a Project Manager, y la propia empresa le está financiando un “Máster de Formación Permanente en Project Management”. Lorenzo se siente feliz, le encanta el trabajo que realiza y vuelve a disfrutar estudiando. Siente cada día que al fin encontró su camino.

 

Lorenzo es un claro ejemplo de cómo los caminos pueden ser tortuosos, pero siempre es posible encontrar una dirección que nos llene de propósito. Su experiencia demuestra que la búsqueda de oportunidades, el aprendizaje constante y el apoyo de las personas que nos rodean pueden ser las claves para encontrar no solo un trabajo, sino un sentido profundo a nuestra vida profesional.


Logotipo de Itinere Talent. Imagen de un análisis de datos, varón de unos 45 años, trabajando con 3 monitores.

Carlos y el viaje de vuelta a casa

Carlos es analista de datos, y lleva varios años trabajando para una importante empresa en Ámsterdam. Aunque disfruta de su trabajo, se siente valorado y tiene un buen sueldo, ha decidido que quiere volver a España. Extraña a su familia.

Desde pequeño, Carlos siempre sintió pasión por los números. Se destacó en Matemáticas y, durante mucho tiempo, pensó que Matemáticas sería su carrera en la universidad. Sin embargo, en su último año de instituto, la información que recibió sobre salidas profesionales le llevó a replantearse su futuro. “Solo podrás trabajar como profesor”, le decían a menudo. Y enseñar no era algo que le motivara, especialmente tras ver el desgaste y sufrimiento de muchos de sus profesores.

El mismo desgaste que siguió observando en profesores universitarios, en particular aquellos que impartían asignaturas como matemáticas empresariales o financieras, aunque estas eran las materias que más le interesaban a Carlos en el grado de Administración y Dirección de Empresas (ADE). Sí, la carrera que terminó eligiendo entonces animado por su entorno, porque ofrecía mejores perspectivas laborales.

Y lo cierto es que Carlos nunca se ha arrepentido de estudiar ADE. Cuatro años que pasaron relativamente deprisa entre exámenes y fiestas, es como los recuerda. Además, le permitieron acceder a su primer empleo y aprender alguna que otra cosa que, años después, le ha resultado útil en su profesión actual.

Porque, aunque no le costó demasiado esfuerzo, y pudo quedarse trabajando en la misma gestoría donde hizo sus prácticas de ADE, Carlos no se quedó tampoco satisfecho, sentía que el trabajo de gestión administrativa no terminaba de llenarle, y acceder a puestos de Dirección tampoco era su objetivo.

Así que decidió reducir su jornada laboral y estudiar el grado en Estadística. A pesar de la carga de trabajo y estudios, Carlos no solo obtuvo excelentes resultados, sino que disfrutó cada momento en la Facultad de Ciencias y en la biblioteca. Sonríe reordenando que apenas echó de menos las fiestas de su primer grado.

Gracias a su excelente desempeño, antes de terminar los exámenes finales, ya tenía una oferta de trabajo para irse al extranjero. Durante los primeros meses en su nuevo empleo, la empresa le proporcionó ayuda para instalarse, mejorar su nivel de inglés y obtener una Certificación en Power BI y Análisis de Datos.

Carlos está profundamente agradecido por el trato recibido, tanto a nivel profesional como por las amistades que ha hecho en Holanda. No obstante, como él mismo dice: "la tierra tira" y hace unos meses empezó a buscar oportunidades profesionales que le permitieran regresar a España.

Aunque su nuevo empleo no está exactamente en su ciudad natal, la distancia de 200 kilómetros y la posibilidad de teletrabajar tres días a la semana lo hacen llevadero. Carlos acaba de presentar su renuncia en Ámsterdam y, después de tres semanas de preaviso, comenzará su nueva aventura en Madrid.

 

La historia de Carlos nos muestra que, aunque la vida laboral puede ofrecer grandes oportunidades lejos de casa, la conexión con nuestras raíces y la familia es un factor que muchas veces pesa más que el éxito profesional. Carlos ha sabido combinar sus talentos, perseverar y adaptarse a las circunstancias, demostrando que el camino a la satisfacción personal y profesional a veces incluye regresar a los orígenes.


En busca de la verdadera vocación: la decisión de Julio

Julio es Licenciado en Psicología y se especializó en Gestión de Recursos Humanos, lo que hoy conocemos más por Gestión del Talento. Siempre ha disfrutado mucho con su trabajo, tanto que, hace unos años, comenzó a compaginarlo con la docencia.

Su primera reacción cuando la ofrecieron preparar unas clases para alumnos de un máster fue de rechazo, miedo escénico, síndrome del impostor, …. Pero pronto se dejó seducir por la idea de compartir los conocimientos adquiridos durante sus años de carrera profesional con las generaciones futuras.

Y lo que comenzó siendo una tarea adicional a su trabajo principal derivó rápidamente en una pasión creciente. Sus charlas en el master pronto evolucionaron para convertirse en una asignatura completa, y pronto se presentaron otras oportunidades para compartir su experiencia, como cursos sobre hablar en público, habilidades directivas o gestión del estrés.

Los compromisos formativos fueron creciendo y Julio cada vez era más demandado por distintas entidades para participar como docente. Pero su agenda ya no le permitía atender a todas las solicitudes que recibía y, tenía que asumir otra realidad, su vida personal también comenzaba a resentirse con tantas responsabilidades.

Julio se daba cuenta de que era momento de comenzar a rechazar proyectos que le entusiasmaban y esto le causaba bastante malestar. Valoró la situación con su familia, aunque era consciente de que la responsabilidad de decidir era principalmente suya, y tras unos días de reflexión, hace un año tomó una decisión que supondría un giro radical a su carrera profesional: solicitó una excedencia en su puesto como Director de Atracción y Fidelización de Talento para dedicarse exclusivamente a la docencia.

A lo largo de este año, Julio ha seguido disfrutando con cada hora de clase que ha impartido. Además de enseñar, ha aprovechado este tiempo para seguir formándose, adquiriendo nuevos conocimientos y preparando con ilusión nuevos contenidos para ofrecer a otros profesionales.

Haciendo una revisión retrospectiva de estos últimos 12 meses, Julio no duda ni un momento en afirmar que tomó la decisión correcta. Sin ser la mejor opción en términos económicos, considera que este camino sin duda le está conduciendo hacia un mejor desarrollo profesional y personal, proporcionándole una sensación de realización y plenitud que no había experimentado antes.

 

La historia de Julio nos recuerda la importancia de seguir nuestras pasiones y perseguir aquello que nos hace sentir realizados, incluso si significa tomar decisiones difíciles y alejarnos de lo convencional. Su valiente elección de dejar atrás una carrera estable en favor de seguir su verdadera vocación nos enseña que la felicidad y la satisfacción personal a menudo van de la mano con la búsqueda de significado y propósito en nuestras vidas laborales. A través de su ejemplo, nos inspira a reflexionar sobre nuestras propias elecciones profesionales y a tener el coraje de seguir nuestros sueños, sin importar cuán desafiante pueda parecer el camino.


La reinvención profesional de Guadalupe hacia la gasolinera

Guadalupe administró una pequeña empresa de informática durante muchos años, disfrutaba encargándose del papeleo y sobre, todo de atender a los clientes. Pero un día, los socios acordaron que era momento de cerrar la empresa. Guadalupe pensó entonces que necesitaría ayuda para reinventarse profesionalmente y contactó con Itinere Talent para contratar un Proceso de Transición Profesional.

Guadalupe tuvo que comenzar por definir un objetivo que fuera motivante para ella y a la vez realista. Vivir en una ciudad pequeña puede suponer una limitación en este sentido por el tipo de oportunidades que se ofrecen. Guadalupe mostró su preferencia por trabajar de cara al público y su facilidad para realizar trámites informáticos.

Junto con su coach, elaboró entonces un curriculum vitae que reflejaba bien sus competencias profesionales, así como su potencial para adaptarse a un nuevo puesto de trabajo. Repasaron también algunos aspectos a tener en cuenta para transmitir una imagen sincera pero competente durante las entrevistas.

Y finalmente, se pusieron a analizar la oferta laboral en la zona, centrándose sobre todo en puestos administrativos o de comercio. Surgió también una oportunidad de trabajar como Expendedora en una gasolinera para hacer una sustitución de unos pocos días.

No era una de las opciones que inicialmente Guadalupe hubiera valorado, pero analizando la cuestión con su coach, lo tomaron como una escala intermedia que mejoraría su seguridad a la hora de acceder a otro puesto de trabajo más acorde con su objetivo. También le permitiría mostrar a futuros contratadores que aún tenía buena capacidad de aprender y adaptarse a nuevos entornos laborales.

De modo que Guadalupe aceptó este trabajo en la gasolinera mientras seguía buscando otras opciones. Y esas opciones llegaron, se incorporó a otra empresa para desempeñar un puesto administrativo. Lo que nunca había imaginado Guadalupe es que iba a echar de menos su trabajo en la gasolinera. Se dio cuenta de que lo había disfrutado mucho más de lo esperado, y también había recibido una excelente valoración por parte de compañeros y superiores.

Un mes después de trabajar como administrativo, la gasolinera ha vuelto a contactar con Guadalupe para ofrecerla un contrato más estable. Y Guadalupe no ha dudado en aceptarlo, deja su puesto más cómodo de oficina. Se siente muy feliz de poder realizar un trabajo que disfruta y en el que se siente realmente valorada.

 

Muchas veces, al elegir un camino profesional, rechazamos oportunidades por ideas preconcebidas; establecemos nuestros objetivos en base a prejuicios que pueden resultar erróneos, sin permitirnos probar distintas opciones hasta encontrar aquella actividad con la que nos sentimos realmente identificados. La historia de Guadalupe nos recuerda la importancia de estar abiertos a nuevos desafíos, y cómo a veces las experiencias inesperadas pueden llevarnos a encontrar nuestra verdadera satisfacción laboral.