Martín, Licenciado en Ciencias Empresariales, disfrutaba de su papel como Responsable de Administración en el Departamento Financiero de una empresa industrial en Zaragoza. Aunque su trabajo presentaba desafíos, la rutina lo llevó a considerar nuevas oportunidades fuera de la empresa, ya que veía improbable que su superior abandonara el puesto.

Después de completar un máster en finanzas para fortalecer su perfil, Martín se aventuró a postularse para el puesto de Director Financiero en una empresa aragonesa. El proceso, gestionado por una empresa de consultoría de Barcelona, mantenía en secreto la identidad del empleador. La consultora que entrevistó a Martín, nunca proporcionó feedback sobre su idoneidad para el puesto.

Sorprendentemente, días después, el Director Financiero de su empresa fue reemplazado, y Martín se dio cuenta de que había optado a un puesto en la misma empresa para la que ya trabajaba. Pero aún mayor sorpresa fue descubrir que el nuevo Director Financiero conocía su participación en el proceso de selección, informado por la empresa de consultoría.  Esto provocó la desconfianza de su nuevo jefe, quien, al poco tiempo de incorporarse, recriminó a Martín por su “falta de compromiso con la empresa y reticencia hacia él por haber ocupado el puesto al que Martín aspiraba”.

Las acusaciones dejaron a Martín impotente, sin posibilidad de réplica a pesar de no considerarlas justas. Desde entonces, se ha gestado una creciente tensión, y Martín encuentra su trabajo cada vez más insatisfactorio con el retiro progresivo de sus responsabilidades. La única opción que le queda ya, es buscar con mayor interés una opción profesional que le permita seguir desarrollando su carrera en otra empresa.

 

La historia de Martín resalta la falta de ética de la empresa de consultoría al transmitir información confidencial. La indiscreción comprometió la confianza entre Martín y su actual empresa, subrayando la importancia de la confidencialidad en los procesos de selección.

Esta historia es una excepción imperdonable, que no refleja en absoluto la forma de proceder en la mayoría de las empresas de selección de personal, destacando la necesidad de ética en la gestión de información para mantener la confidencialidad, tanto de las organizaciones que buscan profesionales como de las personas que se postulan.