Asumir riesgos me ayudó a adquirir seguridad profesional y disfrutar más a nivel personal
Hace algunos años, me ofrecieron la oportunidad de trabajar durante unos meses en un país africano, Guinea Ecuatorial. Me apasiona la docencia y me apasiona viajar, así que la vida no podía hacerme mejor regalo. Recibí la oferta con mucha ilusión y la acepté sin dudar.
Mi primer aprendizaje fue antes incluso de viajar. Mucha gente me preguntaba si realmente me iba a ir, se sorprendían de que lo hiciera. Incluso un compañero más joven que yo al que recomendé para una segunda plaza, en el último momento se echó para atrás…. ¿Miedo?
Por supuesto, me informé en la embajada sobre la empresa que me contrataba y sobre las condiciones en el país de destino. No se trata de hacer las cosas a lo loco o sin pensar. Pero con la información adecuada, asumir riesgos, para mi es relativamente fácil. Descubrí que no es así para todo el mundo, y como formadora y coach debo asumirlo.
Llegué un sábado a Guinea Ecuatorial, me llevaron a cenar en Malabo, la isla donde está el aeropuerto internacional, pero no consigo recordar dónde dormí esa primera noche. Es curioso cómo funciona la mente humana, que almacena unos recuerdos de por vida y deja otros en el camino sin prestarles ninguna atención. El domingo volé a Bata, la ciudad en la parte continental de Guinea donde pasaría los siguientes 4 meses. Y me instalé con otra compañera española en una especié de bungaló.
Pasé el lunes por la mañana en la oficina y a las 16.00 horas comenzó mi primer curso en Guinea Ecuatorial. Un curso de “Atención al Cliente en la Administración Pública” dirigido a personas con una cultura que apenas conocía. Un curso preparado desde España para un púbico guineano.
Además, en España, la formación para adultos no suele permitir más de 15 alumnos. Allí eran 30. Y que me perdonen (ya lo hicieron) mis queridos alumnos, pero en ese momento todos me parecían iguales. Iguales y vestidos como para acudir a una fiesta (¡los funcionaros guineanos son muy elegantes!), mientras que yo, la formadora, parecía más preparada para ir un safari. ¡Qué idea más distorsionada tenía de África cuando preparé mi equipaje!
No sé cómo pudieron alinearse los astros a mi favor, o simplemente porque olvidé el guion que traía preparado desde mi propia cultura y pude ir rehaciendo mi formación a partir de todo lo que aprendí de los propios asistentes y de observar el entorno…. Aquel curso salió bien, y le siguieron otros tantos durante los siguientes meses.
Y en pocas semanas yo era capaz de pasear por las oficinas de la Tesorería, reconociendo y llamando por su nombre a más de 150 alumnos. Espero que, de los temas que tratamos, en el aula y a veces también fuera de ella, les haya quedado alguna enseñanza útil. A mi desde luego muchísimas. Con algunos aún sigo en contacto (benditas redes sociales) y a todos les estaré siempre agradecida.
Creo que, por mucha experiencia que acumulemos, los formadores, como los buenos actores, debemos tener siempre mucho respeto al público al que nos vamos a dirigir y esto conlleva la importante responsabilidad de dar lo mejor de nosotros mismos. Desde que estuve en Guinea la primera vez, siempre que empiezo a trabajar con un nuevo grupo, no puedo evitar recordar aquel momento ante 30 maravillosas personas, y entonces tengo la seguridad de que nuevamente todo volverá a salir bien...
Esta historia nos muestra el crecimiento personal y profesional que se puede alcanzar al enfrentar situaciones nuevas y desafiantes. A través de la valentía de aventurarse en lo desconocido, podemos expandir nuestros horizontes, aprender de otras culturas y desarrollar habilidades de adaptación y resiliencia que son fundamentales en la vida.
El desafío de Nicolás: aprender a delegar
Nicolás, un veterinario especializado en alimentación animal, pasó muchos años trabajando para una mediana empresa donde se convirtió en la mano derecha del propietario. Aunque Nicolás llevaba todo el negocio en la práctica, se encontraba atrapado en un patrón de jerarquía que le obligaba a acatar demandas con las que no siempre estaba de acuerdo. Sin embargo, su educación le había enseñado a respetar la autoridad.
Después de darle muchas vueltas, Nicolás tomó la valiente decisión de lanzarse a emprender por su cuenta. Como CEO de una próspera empresa especializada en alimentos ecológicos para mascotas, Nicolás y su equipo ofrecen soluciones innovadoras en su sector y están obteniendo una buena aceptación por parte de los clientes.
La empresa ha crecido y ahora cuenta con un equipo de profesionales técnicamente excelentes. Sin embargo, Nicolás se enfrenta a un nuevo desafío: la gestión de este equipo.
A pesar de su deseo de no ser un jefe autoritario, a Nicolás a menudo le cuesta comprender las actitudes de los profesionales que trabajan con él. En su fuero interno, espera que cada colaborador actúe de acuerdo con las mismas pautas que él aplicaría , y no consigue entender que procedan en su trabajo sin tener en cuenta las recomendaciones que les da sobre cómo deben hacerse las cosas.
Esta cuestión es importante para Nicolás porque necesita sentir que su equipo está involucrado con los objetivos generales de la empresa, por lo que finalmente ha contratado a un coach profesional para ayudarle a mejorar en esta área.
Su sorpresa ha llegado al descubrir su propia responsabilidad en el problema. Nicolás necesita aprender a confiar en su equipo y permitirles expresar sus propias ideas. Una forma diferente de pensar y actuar, no implica necesariamente falta de compromiso, e incluso puede ser un elemento de impulso para conseguir mejores objetivos.
La historia de Nicolás refleja un desafío común en muchas empresas: la necesidad de los líderes de aprender a delegar y confiar en su equipo. Al dejar de repetir el patrón aprendido de su anterior superior y permitir que su equipo desarrolle plenamente su potencial, Nicolás está en el camino hacia el crecimiento y el éxito continuo de su empresa.
La dualidad de Alberto: seguridad o satisfacción.
Alberto es una persona inteligente, los test de cociente intelectual que le hicieron cuando era niño así lo pusieron de manifiesto. Sin embargo, nunca le gustó demasiado estudiar, sentía que la rigidez del sistema no iba con él y, aunque ha leído mucho y tiene amplios conocimientos sobre distintas materias, su nivel de estudios académicos quedó en una cota muy básica.
Tras un par de intentos fallidos en empresas donde no llegó a encajar, finalmente encontró trabajo: carga y descarga aviones en el aeropuerto. Un trabajo físico que ha desempeñado durante más de dos décadas. Una labor que, si bien le proporcionaba un salario aceptable, nunca logró satisfacerle plenamente.
Aunque al principio parecía una buena solución laboral, las condiciones eran buenas al fin y al cabo, con el tiempo Alberto ha ido sufriendo unas exigencias cada vez más duras por parte de su empresa.
Su descontento fue creciendo poco a poco y el anhelo de abandonar este empleo llegó a volverse constante. Sin embargo, el miedo a dejar esa seguridad económica le ha mantenido estancado en una situación que le genera desconsuelo cada día.
Cuanto más tiempo pasaba y más insatisfecho se sentía, más difícil le resultaba dar el salto de manera voluntaria hacia un cambio. Hoy, como ayer, ese salto resulta impensable para Alberto.
La idea de ser despedido se convirtió en una ilusión, una salida que le permitiría acceder a indemnizaciones y prestaciones por desempleo, brindándole la oportunidad de replantearse su carrera profesional. Pero el tiempo siguió su curso y esa situación nunca llegó.
Con el pasar de los años, Alberto siente el peso del arrepentimiento.
Se cuestiona qué habría sucedido si hubiera tenido la determinación de continuar estudiando o la valentía de arriesgarse en la búsqueda de nuevas oportunidades laborales.
El remordimiento por no haber seguido sus deseos y haber optado por lo seguro le atormenta.
La sensación de haber malgastado años valiosos en un trabajo que no le llenaba le lleva a reflexionar sobre las decisiones pasadas y el costo de elegir la estabilidad sobre la satisfacción personal.
La historia de Alberto nos muestra cómo la dualidad entre lo seguro y lo satisfactorio nos desafía constantemente. Reflexionar sobre lo que pudo ser nos recuerda la importancia de la valentía en la búsqueda de la realización personal.
¡Valoremos cada día si estamos donde queremos estar, para buscar el mejor camino a nuestro talento antes de que sea tarde!
Comenzamos nuestro Camino para el Talento
Itinere Talent nació en 2010 para trabajar con y para profesionales. Durante estos 13 años, hemos conocido muchas historias que nos han interesado, nos han conmovido y nos han ayudado a comprender mejor el camino que las personas con talento recorren cada día para alcanzar sus metas.
Hoy nos emociona presentaros un nuevo reto de Itinere Talent, nuestro nuevo blog: "Camino para el Talento" pretende ser un espacio donde exploraremos historias cotidianas que, de algún modo, han sido relevantes en la vida profesional de sus protagonistas.
En Camino para el Talento, nos proponemos compartir relatos auténticos y enriquecedores sobre personas como tú, profesionales que han enfrentado desafíos, han crecido profesionalmente, han aprendido valiosas lecciones y han encontrado su camino hacia el éxito en el mundo laboral.
Este espacio no solo busca entretener, sino también conectar. Queremos escuchar tus historias, esas experiencias que te han desafiado, enseñado y moldeado en tu carrera profesional. ¿Tienes una historia que desees compartir con nuestra comunidad? ¡Nos encantaría escucharla! Envíanos tu relato a nuestro correo electrónico (itinere@itineretalent.com) y podría convertirse en la próxima inspiración para nuestros lectores.
Nos ilusiona profundamente embarcarnos en este viaje contigo. Cada semana, exploraremos nuevas narrativas que nos recuerden la increíble diversidad de caminos que llevan al éxito profesional. Esperamos que estas historias no solo te entretengan, sino que también te motiven, te hagan reflexionar y te impulsen en tu propio recorrido laboral.
¿Estás listo para embarcarte en este viaje? ¡Acompáñanos en este Camino para el Talento y descubre las historias que transforman!
¡Gracias por ser parte de esta emocionante aventura!