Ángeles y la importancia de la integridad empresarial para la atracción de talento.

Hace algunos años, Ángeles tomó la decisión de dejar su vida en Madrid para trasladarse con su marido a Salamanca, y comenzó a contactar telefónicamente con diferentes inmobiliarias para buscar el que sería su futuro hogar.

En uno de estos contactos, el enfoque meticuloso de Ángeles al hacer preguntas sobre las propiedades llamó la atención del agente, quien se interesó por su pasado profesional.  Al parecer, estaban buscando un nuevo asesor inmobiliario para la empresa.

Efectivamente, en el pasado Ángeles había trabajado en una empresa inmobiliaria, y le pareció una excelente oportunidad para iniciar su vida en Salamanca con un empleo. Se organizó para acudir a una entrevista con el comercial que la atendió inicialmente y el responsable de la oficina.

Ángeles recuerda una entrevista muy agradable y productiva. Además de su conocimiento específico del sector inmobiliario, valoraron su experiencia de atención al cliente en un canal televisivo de pago: estar habituada a contactar con clientes para detectar sus intereses y recomendarles determinados canales, la ayudaría sin duda a ofrecer a cada cliente la solución habitacional más adecuada para sus necesidades vitales.

Y acordaron que Ángeles se incorporaría con ellos tan pronto como resolviera su situación en Madrid. Comunicó su baja voluntaria a la empresa para la que entonces trabajaba y mientras pasaban los 15 días de rigor aprovechó los fines de semana para organizar su mudanza provisional a casa de un familiar.

Un par de días antes de comenzar su nuevo trabajo, Ángeles ya lo tenía todo preparado, cuando recibió una llamada telefónica que nunca olvidará: el gerente de la inmobiliaria le comunicó que finalmente no iba a poder contratarla porque le había surgido un compromiso ineludible con otra persona.

Ángeles necesitó unos minutos para comenzar a asumir la idea. Había dejado ya su anterior trabajo y ahora no podía dar marcha atrás. Y no solo eso, le pedían que pasara por la oficina a recoger la documentación que les había entregado para preparar su contrato de trabajo. Cuando fue a recogerla, no recibió más explicaciones, un simple saludo de cortesía por ambas partes y la fría entrega de los papeles.

Algún tiempo después, Ángeles pasó casualmente por el lugar donde estaba ubicada la inmobiliaria y encontró la oficina abandonada. No se sorprendió. Pensó que una empresa tan poco seria con sus compromisos laborales, no ofrecería tampoco relaciones de confianza a los clientes.

 

La historia de Ángeles destaca la importancia de la integridad y la fiabilidad en el mundo empresarial, especialmente en lo que respecta a la atracción y retención del talento. En un mercado laboral cada vez más competitivo, los profesionales se deben informar exhaustivamente sobre la credibilidad y la ética de las empresas antes de aceptar un empleo. Por lo tanto, mantener una reputación sólida y cumplir con los compromisos asumidos es esencial para construir relaciones duraderas y exitosas con profesionales y clientes por igual.


La importancia de verificar información en un proceso de selección

Juan, técnico de selección en una consultora, comparte una mala experiencia que ha tenido con un candidato. Se ha sentido muy frustrado por un incidente que no había sufrido previamente durante su amplia trayectoria profesional, y reconoce haber cometido un error imperdonable por confiar en que las personas son siempre sinceras al presentar sus candidaturas.

Hace unos meses, la empresa de Juan comenzó a colaborar con un cliente del sector textil, y estaban en proceso de afianzar la confianza para convertirse en proveedor preferente de gestión de talento. Entre otras muchas incorporaciones, este cliente necesitaba contratar a un comercial y Juan se encargó del proceso.

Como es habitual en su trabajo, Juan comenzó reuniéndose con su cliente para hacer una buena definición del puesto a cubrir. Juntos establecieron las responsabilidades, condiciones económicas y el perfil del candidato ideal para ocuparlo.

En esa definición del puesto, no se requería ninguna formación previa específica, puesto que el plan de acogida de la compañía ya incluía la formación necesaria respecto al sector textil. Aun así, se determinó que sería valorable cualquier formación relacionada con el sector que aportaran los candidatos.

Con estas premisas, Juan continúo el proceso, preseleccionado a aquellos candidatos cuyo curriculum vitae se asemejaba mejor al perfil definido, y durante las respectivas entrevistas repasó con cada uno la formación que habían indicado en su historial profesional.

El error de Juan fue que, al ser un requisito solo valorable y no imprescindible, omitió solicitar a cada candidato justificantes de la formación que habían indicado tener. Sin embargo, en los informes correspondientes a cada candidato que presentó a su cliente, Juan sí incluyó todas las formaciones relacionadas con el sector que consideró interesantes.

Y ocurrió que, durante la entrevista que el responsable de la empresa textil mantuvo con uno de los candidatos, se puso de manifiesto que éste no había cursado realmente una de las titulaciones que indicaba, ya que abandonó la misma apenas unos meses después de comenzar.

Cierto es que repasar el aprovechamiento de esa formación, siendo su contenido más técnico, no era responsabilidad de Juan sino de la persona asignada por el cliente. Pero confirmar que el candidato contaba con esa titulación sí era un compromiso implícito que Juan tenía asumido como Técnico de Selección.

Por suerte en este caso, el cliente fue comprensivo con el “despiste” de Juan, pero para nuestro protagonista no dejó de suponer un mal trago esta situación y, desde luego nos destaca que en el futuro será mucho más cuidadoso con la información que pone en un informe sin asegurarse previamente de que el candidato ha sido sincero.

El candidato, por cierto, fue automáticamente descartado del proceso, cuando contaba con suficiente experiencia y motivación para haber sido la persona seleccionada.

 

Este incidente subraya la importancia de la honestidad en los procesos de selección y la responsabilidad de los seleccionadores de verificar toda la información proporcionada por los candidatos. Mentir en un proceso de selección puede resultar en consecuencias negativas tanto para los candidatos como para las empresas, ya que la integridad es un aspecto fundamental en la construcción de relaciones laborales sólidas y de confianza.