La perseverancia de Julia para alcanzar su objetivo
Julia se casó profundamente enamorada de su marido, nunca ha dejado de estarlo, y se sintió inmensamente feliz cuando nacieron sus dos hijas. Los cuatro forman una familia de la que Julia siempre ha estado orgullosa. Nunca se arrepintió de haber dejado el trabajo como dependienta que desempeñó siendo soltera.
Durante los primeros años de casada, Julia no se cuestionó si su trabajo era valorado; comprendía la importancia de sacar adelante a la familia, ayudar a sus hijas con los estudios, encargarse de todas las tareas del hogar mientras su marido trabajaba fuera de casa, e incluso ayudarlo con las gestiones que, como profesional autónomo, tenía que realizar con frecuencia.
Y así pasaron los años, pero las niñas crecieron y la actividad doméstica se volvió menos exigente, más rutinaria. Fue entonces cuando Julia comenzó a hacerse preguntas. Primero, si podía hacer algo más para continuar sintiéndose útil, y segundo, lo que terminó convirtiéndose en uno de sus objetivos de vida: ¿por qué ella no tenía derecho a su propia pensión de jubilación si en realidad nunca había dejado de trabajar desde que era adulta?
Con esta meta en mente, Julia comenzó a prepararse. Tras formarse como Técnico Auxiliar en Hostelería y Turismo con la especialidad de Cocina, disfrutó mucho trabajando con contratos temporales de cocinera para diferentes entidades. Viendo, sin embargo, que no conseguía un trabajo estable, estudió también para obtener el Certificado de Profesionalidad en Atención Sociosanitaria a Personas en el Domicilio, y un módulo de Asistencia Personal, que le permite, además, acompañar a personas con diversidad funcional para que puedan mantener un estilo de vida independiente.
Y en los últimos años, Julia ha tenido que dar un nuevo giro a su vida. Cuando su familia volvió a necesitarla, no lo dudó ni un momento. Se ha trasladado a 1.000 kilómetros de su hogar para encargarse de su nieta mientras su hija desarrolla su profesión en la medicina.
Aun así, Julia no renuncia a su sueño de tener una pensión cuando se jubile. Para asegurarse de que llegará a cotizar los 15 años mínimos necesarios, ha decidido mantenerse dada de alta en la Seguridad Social como trabajadora del hogar. No sabe cuánto tiempo se mantendrá esta situación, pero ahora Julia sabe que está preparada para afrontar los retos que le vaya proponiendo la vida con la seguridad de alguien que ha aprendido a fijarse metas y luchar por conseguirlas.
La historia de Julia nos muestra que, cuando alguien se propone un objetivo, puede buscar soluciones diferentes a medida que cambian las situaciones, sin necesidad de rendirse y renunciar a eso que tanta ilusión le hace. Cuando las circunstancias de la vida nos presentan obstáculos, siempre podemos buscar el modo de abrir nuevos caminos.