Logotipo de Itinere Talent. dos socorristas, un varón de 30 años y una mujer de 2o, están atendiendo a un bañista que acaban de rescatar de unas rocas bañadas por olas de mar muy fuertes.

El Verano que marcó el futuro profesional de Yria

Nuestra protagonista de esta semana se llama Yria. Siempre fue buena estudiante y hace unos meses aprobó la EBAU sin dificultad. Sin embargo, a la hora de matricularse en la universidad, se quedó bloqueada. No sabía qué estudiar. No sentía pasión por ninguna materia en particular. Aunque su familia le sugirió probar con una Ingeniería como su padre, o Derecho como su madre, esas profesiones nunca despertaron su interés.

Así que decidió tomarse un tiempo para reflexionar sobre su futuro profesional. Pero como nunca ha sido de quedarse inactiva, este verano ha trabajado en una playa cercana a su domicilio. Una buena forma de amortizar el curso de socorrismo que realizó el año anterior.

Al principio, el trabajo le resultó interesante por la oportunidad de relacionarse con compañeros mayores y más experimentados. Estaba acostumbrada al ambiente del instituto, pero la disciplina laboral era otra cosa. Su rol de socorrista le parecía divertido, casi como un juego.

Sin embargo, esa diversión quedó en segundo plano cuando su compañera tuvo que rescatar a un niño de 13 años que se había alejado demasiado de la costa. Yria se dio cuenta entonces de la enorme responsabilidad que recaía sobre sus hombros.

A partir de ese momento, sus sentidos se agudizaron y reaccionaba con rapidez cuando le tocaba a ella lanzarse al agua para salvar a bañistas en apuros. También aprendió a ser firme con personas imprudentes que ponían su vida en peligro desobedeciendo las restricciones de bandera roja.

El momento culminante de su primera experiencia laboral llegó a mediados de agosto. Un bañista experimentado, que nadaba fuera de la zona vigilada, fue sorprendido por un cambio brusco en el clima que lo empujó violentamente contra las rocas, una y otra vez. Unos paseantes presenciaron la escena y alertaron al equipo de socorristas al que pertenecía Yria.

No fue fácil, pero lograron rescatar al hombre, que estaba gravemente herido. Varios huesos rotos y múltiples heridas, pero este nadador consiguió salvarse. Ese día se salvó un nadador y también Yria, dice ella, ya que el incidente le ayudó, al fin, a descubrir su vocación profesional.

Ya ha estado mirando fechas de exámenes, materias teóricas y requisitos físicos. La semana que viene Yria comienza su preparación para presentarse a las próximas oposiciones del cuerpo de bomberos.

 

La historia de Yria refleja cómo las experiencias inesperadas pueden ayudarnos a descubrir nuestra verdadera vocación. A veces, el rumbo de nuestras vidas cambia en un instante, cuando enfrentamos desafíos que nos ponen a prueba. Yria encontró su camino gracias a su determinación y capacidad de afrontar la responsabilidad que su trabajo requería. Nos recuerda que escuchar nuestras emociones y estar abiertos a nuevas posibilidades nos puede llevar a una carrera que realmente nos motive y llene de propósito.


El valor de la orientación para la transición profesional

Ana es consultora de talento. Después de licenciarse en Psicología y realizar un Programa de Cooperación Educativa en Organización y RR.HH., trabajó inicialmente en el departamento de RR.HH. de una gran multinacional y después como consultora externa. Tras 25 años ayudando a las empresas a encontrar talento, tuvo la ocasión de participar como voluntaria en un servicio de orientación para el empleo y descubrió una nueva vía profesional que la satisfacía mucho.

Como Orientadora Laboral, podía utilizar sus conocimientos de reclutamiento y selección para ayudar a personas que buscaban empleo. Con el tiempo, fue descubriendo que su conocimiento de diferentes sectores de actividad y áreas funcionales en las empresas también le permitía orientar a las personas sobre posibles intereses laborales que ellas mismas desconocían. Durante varios años, disfrutó mucho realizando este trabajo. Ya hablamos de ella hace unos meses en este blog.

Pero el trabajo de orientación laboral para personas desempleadas depende de subvenciones de los servicios públicos de empleo, que a su vez dependen de cada comunidad autónoma. El cambio político en la comunidad autónoma donde Ana reside y trabaja implicó la desaparición de programas de orientación para el empleo tras más de dos décadas proporcionando excelentes resultados.

Ana no ha tenido demasiada dificultad para continuar trabajando y ha intensificado su actividad como colaboradora de Itinere Talent, que no ha dejado de mantener desde 2015. Además, en esta nueva etapa, la experiencia en orientación de Ana y otras consultoras colaboradoras ha permitido a Itinere Talent ofrecer el Servicio de Transición Profesional con muy buena acogida por los clientes.

Aun así, Ana piensa que algo no está bien. No ha dejado de sentir cierta frustración al ver cómo tantos excelentes profesionales de la orientación laboral tienen que buscar soluciones profesionales alternativas para subsistir mientras personas en situación de desempleo dejan de recibir asesoramiento o son asesoradas por personas sin la preparación adecuada. Por ello, se ha unido a ASORIENTACYL, una asociación creada para representar y defender el reconocimiento y la valoración de la profesión.

 

Con esta segunda historia de su trayectoria profesional, Ana nos muestra la importancia de preocuparnos también por el bienestar de otras personas, receptores de un servicio que ofrecemos o compañeros con los que hemos trabajado. Mantener un propósito que incluya el bienestar de los demás hace que nuestros objetivos sean más humanos y nos ayuda a disfrutar más con lo que hacemos en el día a día.


El viaje de Enrique: dejarse asesorar para seguir asesorando.

Enrique terminó sus estudios de turismo a finales de los años 90. Tuvo la suerte de hacer sus prácticas en una gran compañía de viajes y allí adquirió la experiencia necesaria en atención al cliente y en programas de gestión turística. Su pasión por viajar, aprovechando cada oportunidad, lo convirtió en un excelente agente de viajes.

Tuvo la ocasión de considerar diferentes ofertas, pero optó por quedarse en una modesta agencia de viajes de su localidad. Un equilibrio entre retribución y calidad de vida que le permitió conciliar felizmente trabajo y familia. Disfrutaba muchísimo con su profesión. Para sus vecinos, era el amable encargado de la agencia que les ayudaba a programar sus momentos más deseados. Elegía destinos perfectamente adaptados a los intereses y necesidades de cada cliente, cuidando todos los detalles para que cada viaje fuera perfecto.

Enrique no se cansaba de esta rutina porque, como le gustaba decir, vivía enlazando un viaje con otro. Aprovechaba cualquier oportunidad para hacer una escapada con su propia familia, pero, además, sentía que acompañaba a cada familia, grupo o persona para quienes organizaba un viaje.

Y pensaba que así seguiría siendo hasta su jubilación. Nunca imaginó que los dueños de la agencia decidirían cerrarla. "Estamos encantados con tu trabajo, Enrique, pero ya ves que cada vez tenemos menos clientes. Los jóvenes prefieren organizarse sus propios viajes," así comenzó la terrible conversación que terminó con la comunicación de su inminente despido. Despido objetivo por cierre de negocio.

No podía culpar a sus jefes. Efectivamente, no había querido verlo antes, pero se daba cuenta de que la facturación de la agencia había caído drásticamente. Incluso se había encontrado con algunos de sus clientes de toda la vida que le contaron viajes organizados por sus hijos. Como decían que no habían estado tan bien organizados como los de la agencia, Enrique se quedaba tranquilo pensando que volverían; pero la realidad es que no solían hacerlo.

Así que, con 54 años, Enrique se enfrentó al desempleo. Mucho tiempo para pensar y un gran riesgo de caer en depresión. Pero sus hijos le recordaban cada día la suerte que tuvieron de contar con un padre como él, que les inculcó el espíritu viajero y les mostró lugares extraordinarios en los cinco continentes. Fueron también ellos quienes le animaron para que ahora fuese él quien se dejase aconsejar por un profesional que le ayudara a organizar el mejor viaje posible: su Transición Profesional.

Y así es como Enrique inició su nueva aventura de la mano de Itinere Talent, aprendiendo a aprender nuevamente, a conocer y potenciar sus habilidades, y a adquirir nuevos conocimientos que complementaran su perfil para responder a las exigencias de un mundo más digital y globalizado. Apenas ha comenzado la fase de mirar ofertas y Enrique ya tiene opciones sobre la mesa. Uno de los centros donde se ha formado en marketing digital le ha puesto en contacto con una revista de viajes que buscaba un creador de contenido. A sus 55 años, Enrique está feliz, con la misma ilusión que siempre ha sentido cada vez que comenzó un viaje.

 

La historia de Enrique nos muestra que no debemos confiarnos cuando las cosas parecen ir bien; en un mundo tan cambiante como el actual, la innovación y el aprendizaje continuo son imprescindibles para mantener viva la carrera profesional. Pero, aunque a veces las circunstancias parezcan complicarse, podemos seguir adelante si disfrutamos con un trabajo bien hecho y estamos atentos para adaptar nuestro talento a las nuevas demandas del mercado.