El desafío de liderar: la difícil decisión de prescindir de profesionales

Beatriz es una joven profesional que se licenció en Psicología para especializarse después en Organización y Gestión de RR.HH. Se ha sentido afortunada desde el principio de su trayectoria laboral, que comenzó enlazando las prácticas del máster con un contrato de Técnico de Selección y Formación en una importante empresa multinacional.

Tras unos cuantos años desempeñando de manera satisfactoria esta labor, hace unos meses decidió abandonar su zona de confort para asumir el reto que le ofrecía una startup en pleno crecimiento: encargarse del Departamento de Atracción y Desarrollo de Talento.

Durante las entrevistas previas que mantuvo con la Dirección de esta nueva empresa, Beatriz se interesó por las circunstancias que motivaron abrir una vacante para este puesto. Le revelaron que, la entonces Responsable, causaba baja por motivos familiares, y ninguno de los seis miembros del departamento contaba con la capacitación técnica ni la madurez profesional necesarias para sustituirla. Al parecer, un par de personas en el equipo mostraron interés por ocupar el puesto vacante, pero se les habían explicado los motivos por los que no se consideraba posible.

Ella era consciente también, y así lo compartió con sus entrevistadores, de tener poca experiencia en liderazgo, más allá de haber tutorizado a varias personas que realizaron prácticas con ella en su anterior empresa, pero sí había recibido buena formación sobre gestión de equipos, y a sus nuevos contratadores les convencían mucho sus ideas sobre motivación y desarrollo de las personas a su cargo.

Así que finalmente aceptó el puesto, con la ilusión de poder poner estas ideas en práctica. Tuvieron una cordial reunión de presentación, en la que la persona que dejaba el puesto a Beatriz la introdujo al equipo. Ella habló de fomentar un ambiente de trabajo positivo y de establecer una comunicación abierta y respetuosa, y se interesó también por las costumbres que tenían, porque su intención no era introducir cambios radicales, aunque sí tenían la misión encomendada por la Dirección de ir evolucionando como Departamento para asumir los retos de Talento que iba a requerir una gran empresa.

Beatriz se sintió muy cómoda en las primeras semanas. Hasta que una de las personas del equipo empezó a dar problemas, llegaba tarde, contestaba a Beatriz, llegó incluso a acusarla de no ser una buena jefa por no saber imponerse como lo hacía su antecesora, que les regañaba a unos delante de otros para que aprendieran cuando hacían mal las cosas o les levantaba la voz si no la obedecían.

Esto descolocó mucho a Beatriz, sorprendida de que anteriormente el Departamento hubiera sido gestionado de ese modo, pero explicó a su colaboradora por qué no consideraba adecuada esa manera de gestionar. Invitó a esta persona a comprobar que una gestión basada en la confianza entre líder y miembros del equipo puede funcionar mucho mejor, que las diferencias se pueden tratar de forma cordial sin necesidad de hablar a gritos, y que las críticas positivas de pueden hacer en público, pero cuando son negativas es preferible tratarlas de manera privada.

Estas palabras de Beatriz no solo no surtieron efecto sobre su colaboradora, sino que esta última cada vez tenía una actitud más desafiante. Así que Beatriz se ha tenido que enfrentar a una decisión realmente difícil, no es lo que esperaba al incorporarse en su nuevo puesto, pero tiene que despedir a esta persona, cuya actitud no solo está afectándola a ella, sino que empeora el funcionamiento general del departamento e, indirectamente, también de toda la empresa.

Ya lo ha hablado con Dirección y apoyan totalmente su decisión, que según la han comentado, debería haber tomado mucho tiempo antes. Quizá la lección más dura que Beatriz ha aprendido hasta ahora: aceptar que no todas las personas aprovechan adecuadamente las oportunidades que se les ofrecen y, en ocasiones, hay que tomar la difícil decisión de prescindir de ellas para proteger al resto del equipo.

Es el primer despido que ha tenido que decidir, pero sospecha que no será el último. También sabe que es muy importante asegurarse de que los demás miembros de su departamento entiendan esta decisión, y hacerlo sin despreciar a la persona que va a tener que marcharse después de haber trabajado tanto tiempo con ellos.

 

La historia de Beatriz refleja el desafío que enfrentan muchos líderes cuando se ven obligados a prescindir de profesionales que no se adaptan al equipo. Aunque es una decisión difícil y a menudo dolorosa, un buen líder debe estar preparado para enfrentar estas situaciones con determinación y empatía, para proteger la dinámica del equipo y garantizar el éxito a largo plazo de la organización.


El desafío de Nicolás: aprender a delegar

Nicolás, un veterinario especializado en alimentación animal, pasó muchos años trabajando para una mediana empresa donde se convirtió en la mano derecha del propietario. Aunque Nicolás llevaba todo el negocio en la práctica, se encontraba atrapado en un patrón de jerarquía que le obligaba a acatar demandas con las que no siempre estaba de acuerdo. Sin embargo, su educación le había enseñado a respetar la autoridad.

Después de darle muchas vueltas, Nicolás tomó la valiente decisión de lanzarse a emprender por su cuenta. Como CEO de una próspera empresa especializada en alimentos ecológicos para mascotas, Nicolás y su equipo ofrecen soluciones innovadoras en su sector y están obteniendo una buena aceptación por parte de los clientes.

La empresa ha crecido y ahora cuenta con un equipo de profesionales técnicamente excelentes. Sin embargo, Nicolás se enfrenta a un nuevo desafío: la gestión de este equipo.

A pesar de su deseo de no ser un jefe autoritario, a Nicolás a menudo le cuesta comprender las actitudes de los profesionales que trabajan con él. En su fuero interno, espera que cada colaborador actúe de acuerdo con las mismas pautas que él aplicaría , y no consigue entender que procedan en su trabajo sin tener en cuenta las recomendaciones que les da sobre cómo deben hacerse las cosas.

Esta cuestión es importante para Nicolás porque necesita sentir que su equipo está involucrado con los objetivos generales de la empresa, por lo que finalmente ha contratado a un coach profesional para ayudarle a mejorar en esta área. 

Su sorpresa ha llegado al descubrir su propia responsabilidad en el problema. Nicolás necesita aprender a confiar en su equipo y permitirles expresar sus propias ideas. Una forma diferente de pensar y actuar, no implica necesariamente falta de compromiso, e incluso puede ser un elemento de impulso para conseguir mejores objetivos.

 

La historia de Nicolás refleja un desafío común en muchas empresas: la necesidad de los líderes de aprender a delegar y confiar en su equipo. Al dejar de repetir el patrón aprendido de su anterior superior y permitir que su equipo desarrolle plenamente su potencial, Nicolás está en el camino hacia el crecimiento y el éxito continuo de su empresa.