Monitor con chavales

El reencuentro de Jorge con su verdadera vocación

Jorge estudió Ingeniería de Telecomunicaciones, pero probablemente nunca se ha visto a sí mismo como ingeniero. Prefiere definirse como una persona que disfruta del trato con la gente y, además, considera que “se le da bien”. También le encanta coordinar y gestionar grupos de personas.

Quizá fue su participación en un grupo Scout durante la infancia lo que marcó su carácter. Más adelante, disfrutó aportando su granito de arena a este mismo grupo, como voluntario. Durante esos años, ocupó diversos roles: Monitor, Intendente, Tesorero y Coordinador. Lo que comenzó como una labor desinteresada acabó abriéndole las puertas a trabajos muy gratificantes, como Monitor, Coordinador y, finalmente, Director de Campamentos. Por supuesto, complementó estas responsabilidades con la formación necesaria, pero todo esfuerzo merecía la pena porque Jorge se sentía feliz.

Mientras tanto, no podía dejar de lado la parte más formal de su vida: ocho años en la Universidad Politécnica y, después, otros nueve como consultor tecnológico en diversas empresas. Sin embargo, llegó un momento en el que no pudo aguantar más la frustración de dedicarse a una profesión que no le satisfacía. Quizá no tanto por el contenido del trabajo en sí, sino porque los valores éticos de ese entorno no coincidían con su manera de ver la vida.

Así que Jorge tuvo la valentía de saltar al vacío y dejar de trabajar para tomarse un tiempo de reflexión: necesitaba reencontrar el camino hacia su satisfacción laboral y, a la vez, personal, porque, para él, resulta difícil separar ambas esferas.

Hace un par de meses, Jorge comenzó a trabajar en un centro de atención a menores con resolución judicial, y tiene que hacer diferentes turnos. Este año, su familia le echará de menos en algunas cenas navideñas, pero se alegran mucho de verle brillar de nuevo gracias a un trabajo que disfruta profundamente y que, además, “se le da muy bien”.

 

La historia de Jorge nos recuerda que es esencial identificar nuestra verdadera vocación para alcanzar un buen equilibrio entre la satisfacción laboral y personal. Explorar distintas opciones puede ser enriquecedor para aprender sobre la vida y sobre nosotros mismos, pero sin olvidarnos de escuchar esa voz interior que nos indica lo que realmente nos hace estar cerca de la felicidad.


coordinadora de equipo en cerámica

Valeria: perseverancia e integración en un nuevo país

Valeria es chilena. En su país se formó como Ingeniera Industrial. Empezó a trabajar en posiciones técnicas, y poco a poco fue asumiendo funciones de más responsabilidad en una empresa de minería. No fue nada fácil en un sector tradicionalmente muy cerrado para las mujeres, pero llegó a dirigir una planta de procesado.

Cuando estaba en el auge de su carrera, la familia decidió mudarse a España. Fue una decisión difícil de tomar para Valeria, pero tras meditarlo mucho, confió en que podría retomar su trayectoria profesional en un país con más reconocimiento y oportunidades para las mujeres.

Sin embargo, la integración en España fue más dura de lo que había esperado. Desde el primer momento, Valeria se topó con una serie de obstáculos burocráticos: la administración ponía trabas para homologar su título de ingeniería, lo que limitaba su acceso a puestos acordes con su formación y experiencia. Y las empresas dudaban en reconocer el valor de su experiencia en Chile.

Frustrada por estar en casa sin poder ejercer su profesión, Valeria terminó por aceptar el único empleo que una y otra vez la ofrecían: cuidadora de personas dependientes. Así se sentía al menos activa y útil. Y, aunque este trabajo no tenía nada que ver con su formación, aprendió mucho sobre la empatía y la conexión humanas. Los lazos que forjó con las personas a las que cuidaba y con sus familias le enseñaron el poder de la gratitud y el aprecio en los momentos difíciles. Pero la insatisfacción por no poder realizarse profesionalmente persistía.

Valeria se dio cuenta entonces de que necesitaba ayuda para conseguir mostrar su potencial real en el mercado profesional español, y, comenzó un proceso de Transición Profesional con Itinere Talent. Trabajó en la redefinición de sus objetivos, reorganizó su currículum y se preparó para destacar su experiencia de forma que resonara en el contexto de las industrias más comunes en su zona de residencia. Con una renovada estrategia de búsqueda y enfoque, Valeria empezó a presentarse a varias entrevistas, con la esperanza de abrirse camino de nuevo.

Finalmente, su esfuerzo rindió frutos cuando le ofrecieron el puesto de Coordinadora de Equipo en una fábrica de cerámica. Aunque este nuevo rol no alcanza el nivel de responsabilidad que había logrado en Chile, le ofrece la oportunidad de avanzar en su carrera y demostrar su talento en un entorno distinto.

Ahora, Valeria se enfrenta al desafío de ganarse la confianza de sus nuevos colegas y de consolidarse en un nuevo mercado profesional. Está decidida a abrirse paso con la misma determinación con la que alcanzó sus metas en Chile y ve este rol como una plataforma desde la cual podrá seguir creciendo hasta asumir posiciones de mayor liderazgo.

 

La historia de Valeria nos recuerda la importancia de la resiliencia y la capacidad de adaptación en la vida profesional. A pesar de los desafíos y de empezar desde cero en un entorno distinto, ella ha mantenido su vocación y determinación, demostrando que cada paso suma experiencia y fortalece el camino hacia nuevas oportunidades.


Ingeniero trabajando en poblado africano

El camino de Fermín: un ingeniero en busca de propósito

Fermín es Ingeniero Aeronáutico. Siempre le encantaron los aviones y se sintió el niño más feliz del mundo cuando descubrió que, de mayor, podría dedicarse a diseñarlos.

Disfrutó mucho aprendiendo durante su época en la Universidad Politécnica. Aunque recuerda también momentos muy duros por la dificultad de los exámenes, sus notas en general fueron bastante buenas y, antes incluso de conocerlas todas, ya tenía sobre la mesa una oferta de empleo.

Pasó casi cinco años trabajando en el desarrollo de un innovador sistema de detección de averías para evitar accidentes aéreos. No solo adquirió una notable experiencia, también se sintió siempre orgulloso de aquel proyecto.

Y justo cuando estaba a punto de terminar, volvió a recibir una oferta laboral sin llegar a buscarla. No puede contar mucho, pero se trataba de un proyecto muy "puntero" para un país africano. La oferta económica era muy interesante, y la idea de trabajar en otro continente, aún más, así que no lo pensó demasiado.

Su desilusión fue grande, sin embargo, al darse cuenta de que estaba trabajando para fabricar aparatos que podían hacer daño a seres humanos. Esta idea le costó muchas noches sin dormir, y finalmente presentó la dimisión.

Sin trabajo en aquel momento, y con la necesidad de calmar la sensación de culpa por no haber valorado antes lo que aceptaba, decidió dedicar unos meses a hacer voluntariado en aquel país. Los meses se convirtieron en años, y aquel país en otros varios.

Allá donde se consideraba valiosa la aportación de un ingeniero para montar una escuela o poner en marcha una planta potabilizadora, Fermín se trasladaba para trabajar a cambio de alojamiento y comida. Y fue muy feliz, tanto que llegó a pensar que pasaría así el resto de su vida.

Pero la avanzada edad de sus padres acabó por convencerle de que debía volver a España, a su pueblo, que también necesita ingenieros para hacer frente a la despoblación. No tardó en encontrar trabajo en una fábrica cercana, encargándose del mantenimiento de las máquinas.

Unos meses después, no obstante, su motivación volvió a resentirse al sentir que las cosas no se estaban haciendo bien. Se preguntaba por qué algunas tareas se realizaban sin esmero alguno, o cómo podían tomarse decisiones de manera tan descuidada. Observó que algunos costes se podían reducir aplicando unas mínimas medidas, y también se podía disminuir el número de devoluciones por productos vendidos en mal estado.

Esta vez, en lugar de volver a alejarse, decidió hacer frente al problema. No fue fácil; tuvo que hablar con la Dirección en más de una ocasión, defendiendo con fuerza sus argumentos. Pero finalmente consiguió que le financiaran un Máster Universitario en Gestión Integral de la Calidad, que además pudo compaginar con su trabajo reduciendo la jornada durante algunos meses.

Fermín lleva solo un par de meses en el rol de Responsable de Calidad, pero vuelve a sentirse feliz observando los progresos que va consiguiendo. Y sobre todo, se siente satisfecho cuando mira hacia atrás, porque sabe que no se ha conformado nunca con lo que parecía ineludible; siempre ha buscado el camino para llevar una vida profesional con propósito.

 

La historia de Fermín nos muestra que, algunas veces hay que cambiar de trabajo y, otras, encontrar la manera de alinear lo que hacemos con nuestros valores. La perseverancia de Fermín, su capacidad de adaptarse y de buscar soluciones en lugar de conformarse, le ha permitido diseñar una vida profesional coherente con sus principios, una vida donde puede sentir tanto satisfacción personal como profesional.