De Manchester a Valencia: el viaje profesional de Lorenzo hacia la energía fotovoltaica
Lorenzo es Ingeniero Eléctrico. Elegir carrera universitaria fue un desafío para él, pues le gustaban demasiadas cosas. Desde el campo y la agricultura hasta las ciencias sociales, cada día parecía tener una idea distinta. Finalmente, optó por seguir los pasos de su padre.
Reconoce que la carrera se le hizo pesada, quizá porque le faltaba motivación o tal vez porque le costó 8 años conseguir el título. El mejor de todos esos años, el séptimo, que pasó en Manchester. Allí conoció a la que fue su novia, y actualmente es su compañera de vida.
Fue duró volver a España cuando terminó aquel curso, pero encontró al fin el aliciente para terminar la carrera, y así poder regresar a Manchester para estar con ella. Allí dio también sus primeros pasos serios en el mundo laboral. En España, se había limitado a echar una mano durante algunos ratos, como camarero en el restaurante de su tío.
Inicialmente, con un nivel de inglés aún bastante mejorable, aceptó un trabajo de peón en una fábrica del sector textil. Trabajo físicamente extenuante, que le enseñó a valorar por primera vez la suerte de haber podido estudiar. Hasta entonces lo había llegado a considerar como “un capricho de sus padres”.
Por suerte, unos meses después, unos amigos le hablaron de una oportunidad en una conocida empresa de alimentación, y consiguió trabajo como técnico de mantenimiento. Allí pasó los 5 años siguientes. No estaba mal pagado y el trabajo era cómodo, pero Lorenzo se aburría. Cada vez le resultaba más insoportable la monotonía de hacer cada día prácticamente lo mismo, y tampoco veía muchas opciones de progresar en aquella empresa.
Fue entonces cuando, nuevamente inspirado por su círculo de amistades, descubrió que podía retomar sus estudios de forma telemática. Miró diferentes opciones, y se decidió por un “Programa Avanzado en Diseño y Gestión de Plantas Solares Fotovoltaicas”. Aún se pregunta si fue por la madurez que ya empezaba a tener o por la ilusión de volver a usar su idioma materno, pero esta vez Lorenzo sí disfrutó mucho con su formación. Cada asignatura, cada libro, cada lección, le parecieron interesantes.
Y en cuanto terminó el programa se volcó en encontrar un trabajo relacionado con la Energía Fotovoltaica. Con su nivel de inglés y una formación que entonces era todavía novedosa para un sector en auge, no le resultó difícil encontrar trabajo en Valencia.
Durante meses, vivió un ir y venir constante entre España y Manchester, pero logró convencer a su familia de mudarse con él y, afortunadamente, su mujer y sus hijos se han integrado estupendamente en la cultura valenciana.
Además, recientemente Lorenzo ha sido promocionado a Project Manager, y la propia empresa le está financiando un “Máster de Formación Permanente en Project Management”. Lorenzo se siente feliz, le encanta el trabajo que realiza y vuelve a disfrutar estudiando. Siente cada día que al fin encontró su camino.
Lorenzo es un claro ejemplo de cómo los caminos pueden ser tortuosos, pero siempre es posible encontrar una dirección que nos llene de propósito. Su experiencia demuestra que la búsqueda de oportunidades, el aprendizaje constante y el apoyo de las personas que nos rodean pueden ser las claves para encontrar no solo un trabajo, sino un sentido profundo a nuestra vida profesional.
Gustavo y la transformación de un desafío en éxito profesional
Licenciado en Psicología, Gustavo enfocó su carrera profesional hacia el mundo de la empresa con el objetivo de ayudar a personas con talento a encontrar el puesto ideal donde pudieran desarrollar sus competencias de la mejor manera posible. Desde el principio, disfrutó mucho realizando procesos de selección, siempre esforzándose en ser empático y agradable con los candidatos, sin dejar de lado su responsabilidad de evaluarlos objetivamente.
Su destacada labor en este ámbito le permitió rápidamente asumir funciones adicionales, encargándose de elaborar procedimientos de reclutamiento y selección para formar de manera eficaz a los nuevos compañeros que se incorporaban a la empresa. Ayudar en la formación del equipo resultó para Gustavo más gratificante de lo que había imaginado. Siempre sintió que fue una suerte contar con profesionales tan capacitados y motivados que recibían con gratitud sus manuales y consejos.
Sin embargo, no le resultó tan fácil empezar a realizar funciones comerciales, una exigencia añadida a su puesto debido a cambios en la consultora para la que trabajaba. Sin apenas recibir formación específica para esta nueva tarea, Gustavo tuvo que valerse de su experiencia previa acompañando al equipo de ventas, su capacidad de observación, y su sentido común para ofrecer a los clientes el mejor servicio posible, un servicio que conocía a la perfección como experto en implementarlo.
Los primeros contactos no fueron fáciles. La actividad comercial nunca resulta sencilla, como sigue diciendo Gustavo en la actualidad. Pero gracias a su tesón y al valor para salir de su zona de confort, pronto comenzó a detectar necesidades y ofrecer soluciones adaptadas para cada cliente, logrando sentirse cada vez más cómodo en esta función.
Con el tiempo, llegó a sentirse no solo cómodo, sino agradecido. Porque, años después, la empresa para la que trabajaba implementó un nuevo cambio que afectó drásticamente su área. A pesar de sus competencias y los buenos resultados obtenidos, Gustavo perdió su puesto de trabajo junto a muchos compañeros.
Sin embargo, esta situación no lo detuvo. Inmediatamente se puso en marcha, y las habilidades comerciales que había desarrollado por obligación se convirtieron en su mayor activo para conseguir los clientes que ha atendido durante los últimos cuatro años como profesional autónomo.
A menudo recibe ofertas para volver a trabajar por cuenta ajena, pero al mirar atrás, se da cuenta de que su actividad como profesional independiente le resulta mucho más satisfactoria. No olvida que fue una suerte haber recibido aquella imposición de captar clientes, que inicialmente le parecía una carga.
Una vez más, encontramos una historia en la que una situación inicialmente negativa acaba resultando de gran ayuda para su protagonista. Las personas que finalmente triunfan son aquellas que, como Gustavo, son capaces de afrontar los retos como oportunidades y no se rinden ante las dificultades.
Resiliencia profesional: el movimiento de Julián
Julián es Ingeniero Químico. Comenzó su trayectoria profesional como becario en el programa internacional de una importante compañía de hidrocarburos, aprendiendo lo que supone pasar varios meses en una plataforma marítima.
Tras varios años trabajando en diferentes países, aceptó un puesto más estable en su ciudad natal, Madrid. Se incorporó al área de Investigación y Desarrollo de una empresa europea especializada en la fabricación de productos químicos para la industria.
Desde el principio disfrutó mucho de este trabajo. Agradecía no tener que volver a cambiar de domicilio ni viajar constantemente, pero sobre todo, le gustaba la labor que hacía, entendía el propósito de su función y también se sentía cómodo con el ambiente de trabajo.
Este último aspecto es el que empezó a fallar, y Julián llegó a sentirse mal hasta el punto de contactar con Itinere Talent para solicitar ayuda en su proceso de transición profesional. Pensaba que necesitaba cambiar nuevamente de compañía.
La promoción de quien había sido su jefe fue el detonante. Julián fue propuesto para sustituirlo, pero un compañero con más antigüedad se consideraba mejor preparado para ello y no dudó en mover todos sus contactos en la empresa para conseguir ocupar el puesto vacante.
En aquel momento, Julián no dio importancia al asunto. Se consideraba aún joven y nunca ha sido especialmente ambicioso, de modo que convertirse en responsable no le motivaba especialmente. Felicitó con sinceridad a su nuevo jefe, con quien no mantenía una amistad personal, pero sí una buena relación de compañeros en el día a día.
La reacción del nuevo responsable del departamento, sin embargo, no fue tan afable como esperaba. Tras analizarlo con su coach, Julián llegó a la conclusión de que quizá se sentía amenazado por el hecho de que Julián había sido propuesto antes que él. No podemos saber cuál es la auténtica causa, pero la realidad es que durante los siguientes meses la actividad profesional de Julián se hizo muy complicada. Cualquiera de sus propuestas era desestimada, todos sus resultados eran minusvalorados. Y Julián empezó a plantearse dejar la empresa.
El proceso de transición profesional, sin embargo, reveló que Julián se sentía identificado con la compañía y no era su deseo dejarla. Había que buscar alguna otra alternativa, y en la siguiente sesión se preparó para plantear la cuestión al Responsable de RR.HH. El objetivo no era desprestigiar a quien le estaba perjudicando, sino solicitar un cambio de departamento que le permitiera dejar de estar bajo su influencia.
Hoy, Julián nos cuenta lo fácil que le ha resultado adaptarse en el Departamento de Calidad. El trabajo que hace aquí también le gusta y, además, vuelve a tener un agradable ambiente de trabajo. Ha tenido que volver a estudiar para conocer normativas y procedimientos específicos de su nueva función, pero considera que esta continuidad en su aprendizaje también le resultará rentable a la larga.
Julián nos recuerda que, por desgracia, a veces nos topamos con superiores tóxicos que, en vez de ejercer un verdadero liderazgo, actúan de forma poco objetiva, poniéndonos obstáculos en vez de ayudarnos a realizar un buen trabajo. Pero un buen profesional siempre acaba encontrando la forma de seguir aportando su mejor versión de forma satisfactoria.