Licenciado en Psicología, Gustavo enfocó su carrera profesional hacia el mundo de la empresa con el objetivo de ayudar a personas con talento a encontrar el puesto ideal donde pudieran desarrollar sus competencias de la mejor manera posible. Desde el principio, disfrutó mucho realizando procesos de selección, siempre esforzándose en ser empático y agradable con los candidatos, sin dejar de lado su responsabilidad de evaluarlos objetivamente.

Su destacada labor en este ámbito le permitió rápidamente asumir funciones adicionales, encargándose de elaborar procedimientos de reclutamiento y selección para formar de manera eficaz a los nuevos compañeros que se incorporaban a la empresa. Ayudar en la formación del equipo resultó para Gustavo más gratificante de lo que había imaginado. Siempre sintió que fue una suerte contar con profesionales tan capacitados y motivados que recibían con gratitud sus manuales y consejos.

Sin embargo, no le resultó tan fácil empezar a realizar funciones comerciales, una exigencia añadida a su puesto debido a cambios en la consultora para la que trabajaba. Sin apenas recibir formación específica para esta nueva tarea, Gustavo tuvo que valerse de su experiencia previa acompañando al equipo de ventas, su capacidad de observación, y su sentido común para ofrecer a los clientes el mejor servicio posible, un servicio que conocía a la perfección como experto en implementarlo.

Los primeros contactos no fueron fáciles. La actividad comercial nunca resulta sencilla, como sigue diciendo Gustavo en la actualidad. Pero gracias a su tesón y al valor para salir de su zona de confort, pronto comenzó a detectar necesidades y ofrecer soluciones adaptadas para cada cliente, logrando sentirse cada vez más cómodo en esta función.

Con el tiempo, llegó a sentirse no solo cómodo, sino agradecido. Porque, años después, la empresa para la que trabajaba implementó un nuevo cambio que afectó drásticamente su área. A pesar de sus competencias y los buenos resultados obtenidos, Gustavo perdió su puesto de trabajo junto a muchos compañeros.

Sin embargo, esta situación no lo detuvo. Inmediatamente se puso en marcha, y las habilidades comerciales que había desarrollado por obligación se convirtieron en su mayor activo para conseguir los clientes que ha atendido durante los últimos cuatro años como profesional autónomo.

A menudo recibe ofertas para volver a trabajar por cuenta ajena, pero al mirar atrás, se da cuenta de que su actividad como profesional independiente le resulta mucho más satisfactoria. No olvida que fue una suerte haber recibido aquella imposición de captar clientes, que inicialmente le parecía una carga.

 

Una vez más, encontramos una historia en la que una situación inicialmente negativa acaba resultando de gran ayuda para su protagonista. Las personas que finalmente triunfan son aquellas que, como Gustavo, son capaces de afrontar los retos como oportunidades y no se rinden ante las dificultades.